¡NO PASARÁN! EL ROL DE LAS MUJERES ESPAÑOLAS EN LA GUERRA CIVIL
La participación de las
mujeres en ámbitos exclusivos para hombres comienza a gestarse unos años antes
del estallido de la guerra civil española. Luego de un largo período de
sometimiento impartido por la monarquía, y a pesar de los avances y retrocesos
en materia legislativa, con la II República las mujeres españolas adquieren
derechos y garantías que anteriormente no tenían. Se propone reformar
estructuralmente a España y acabar con los beneficios que poseía el régimen
anterior y la Iglesia.
Mujer en la guerra civil española | Foto: Inma Espinosa |
No resulta menor mencionar que la situación cultural de
las mujeres españolas era alarmante. Según Beevor, en 1930 “todavía se
registraba el 44,4% de mujeres analfabetas” siendo alrededor del “60% en 1900.”[1]
Indiscutiblemente esa realidad iba mejorando pero, si leemos entre líneas, no
existía intención alguna de permitirles otra realidad que no fuera ser amas de
casa. La educación, la política y el trabajo eran cosas de hombres.
También puedes leer Asalto a la República. El inicio de la guerra civil española
Primer paso
Más allá de las
reivindicaciones femeninas alcanzadas, una de las más significativas fue el
derecho al sufragio aprobado en 1931. No solo supone la posibilidad de
expresarse, elegir y ser elegidas, denota la capacidad de ser reconocidas como
ciudadanas, como personas. Federica Montseny, Margarita Nelken, Victoria Kent,
Clara Campoamor y Dolores Ibárruri fueron algunas de las más destacadas e
influyentes de la época.
Cabe recordar que todo este raudo proceso de
empoderamiento de las mujeres no se acompasaba con la mentalidad de la época.
Las clases conservadoras no veían con buenos ojos las reformas legislativas de
la izquierda. Por tal motivo, comenzaron a contrarrestarla con la misma
táctica: alentando a las mujeres de derecha a la actividad política, propagando
sus ideales y reivindicando la vieja moral y las buenas costumbres. Uno de los
grupos más grupos más fuertes, fue la Falange Femenina.
Como se explica en Asalto a la República, con el estallido
de la guerra civil, los españoles salieron a las calles a defender la
democracia. Hombres y mujeres por el
igual. Consecuencia de esta vorágine, surgieron las milicias y grupos de acción
mixtos. Un ejército popular dispuesto a luchar a puño limpio si fuese necesario;
una nueva España estaba naciendo y no permitirían que los traidores de la
Patria se saliesen con la suya.
Obstáculos
Desafortunadamente, las
cosas no salieron como pensaron. Con el diario del lunes es sencillo encontrar
los aciertos y los errores de un hecho pero, en este caso, el ejército popular
tuvo varios puntos débiles. Uno de ellos, era la ausencia de militarización, la
cual fue aprovechada por el bando sublevado para desarrollar su táctica de
desgaste y ataque. Burgos, Sevilla y Ferrol estaban tomadas por los nacionales,
y desde allí, conquistar Valencia, Barcelona y Madrid fuertemente custodiadas
por los republicanos, era el golpe final.
Otro asunto que les jugó en contra, fue la falta de
acoplamiento entre sí. Recordemos que el Frente Popular estaba compuesto por
grupos izquierdistas radicales que en un enorme esfuerzo, lograron unirse para
vencer a la derecha en las elecciones nacionales de 1936. Pero al momento de
batallar, los ideales y las formas de combate distaban entre sí y eso ocasionó
discordia entre las filas. Los comandantes y políticos del mismo bando
discrepaban, y las milicias comenzaron a cuestionarse si debían seguir o no las
órdenes de sus superiores.
Y en medio de tanta desavenencia, las mujeres también
supieron de dificultades. Embarazos y enfermedades venéreas fueron algunos de
los problemas que enfrentaron, sin mencionar las represalias que tomaba el
ejército nacional –integrado además por el ejército africano y marroquí- al
capturarlas durante los enfrentamientos. Todo esto generó enorme inquietud en
el ejército popular, ya intranquilo por el afanoso contexto que estaba
atravesando. Es así que se resolvió enviar a las mujeres a la retaguardia y
quitarlas del campo de batalla.
La misma canción
Muchas entendieron esa
decisión como un “cuento” más del machismo; que por ser mujeres, sus mejores
tareas serían lavar, planchar y coser ropa. El mismo sitio les fue adjudicado a
las mujeres del bando nacional. Además de esas tareas tradicionalmente
femeninas, se les confirió las de propaganda y “misiones educativas” en toda
España. Entiéndase con esto que, el mensaje que se estaba inculcando ya no era
fascista sino “nacionalcatólico”.[2]
Las organizaciones femeninas comienzan a tomar otro
sentido. Algunas de ellas fueron la Unión de Muchachas en Madrid, Mujeres
Libres en Cataluña y Asociación de mujeres antifascistas, siendo
esta última encabezada por Dolores Ibárruri, más conocida como la “Pasionaria”.
Beevor explica que cada una de ellas se planteó un objetivo puntual.
Las mujeres de Madrid lucharán por la “defensa de la
ciudad” –la cual es sitiada durante tres años- y por la “emancipación de las
mujeres”; las anarquistas de Cataluña “organizan la retaguardia” y “militarán
contra la prostitución”; y la Pasionaria, junto a las mujeres de AMA, “organiza
en las fábricas tanto a comunistas como a no comunistas”, incentivando además a
la “ayuda internacional.”[3]
A pesar del dictamen, hubo muchas que se negaron a abandonar sus puestos de
combate.
Milicianas | Foto: pinterest.com |
“Nuestra revolución”
“Libertarias”, una novela
de Antonio Rabinad llevada al cine por el director español Vicente Aranda en
1996, muestra de manera excepcional las vivencias de un grupo de milicianas
anarquistas durante el desarrollo de la guerra, hasta su llegada al frente del
Ebro. Las temáticas que Beevor menciona, así como las que se vienen abordando a
lo largo de este texto, se pueden contemplar sin ningún tipo de dificultad en
la película.
Las mujeres republicanas no solo combatían por la
revolución social y libertaria que el proletariado impulsaba sino que,
paralelamente, luchaban por imponer su propia revolución: romper con el ideal
de mujer ignorante y sumisa que se les inculcó por años. En la película, esta
posición queda a la vista cuando en una reunión de Mujeres Libres, Pilar Sánchez –interpretada por la actriz y
cantante Ana Belén- le contesta a una dirigente anarquista que pretendía
convencerlas de retirarse del frente y “luchar” desde la retaguardia:
“Parece
que estemos locas porque queremos ir al frente. Pues yo te lo voy a decir bien
claro, ¡óyelo! No entendemos porque la revolución tiene que correr a cargo de
la mitad de la población solamente. Somos anarquistas, somos libertarias, pero
también somos mujeres y queremos hacer nuestra revolución. No queremos que nos
la hagan ellos. No queremos que la lucha se organice a la medida del elemento
masculino porque si dejamos que sea así, estaremos como siempre: ¡jodidas!
Queremos pegar tiros para poder exigir nuestra parte a la hora del reparto y
sobre todo, queremos dejar bien claro que en estos momentos, el corazón no nos
cabe en el pecho y sería un desatino quedarnos en casa haciendo calcetas.
¡Queremos morir, pero queremos morir como hombres, no vivir como criadas!”[4]
Cynara García
Comentarios
Publicar un comentario