ALBERTO ETCHEPARE, UN PERIODISTA COMPROMETIDO
“El hombre
nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”, aseguró hace mucho tiempo el famoso novelista
inglés, Charles Dickens. Muy apropiadas resultan sus palabras si buscamos la
manera de comprender lo que significó la guerra civil española en la vida
personal, pero sobre todo profesional del periodista uruguayo, Alberto
Etchepare.
Un joven montevideano que, para 1936, se
encontraba trabajando en el diario “Uruguay”
esperando una oportunidad que le permitiera demostrar todo su potencial, sin
desmerecer obviamente, su brillante capacidad para el humor periodístico según
relatan testimonios de la época. Pero eso no sería suficiente para el curioso y
tenaz Etchepare.
Oportunidad
dantesca
Según
cuenta el Dr. Emilio Frugoni en el prólogo del libro “Don Quijote fusilado” (1940), esa ocasión le llegaría al muchacho cuando
en la redacción del diario se daba a conocer la noticia de que en España se
había desatado la guerra civil. Mientras muchos no salían del asombro
–explica-, el joven periodista se ofreció rápidamente a viajar y desempeñar
desde allí, el rol de corresponsal de guerra.
“Me voy a ver que ocurre en España y
relataré lo que vea”[2],
exclamó decidido Etchepare. Pero conforme a las palabras de Frugoni
entendemos que, el interés del joven no recaía únicamente en lo periodístico: “(…) se propuso trasladarse al sitio de los
sucesos para relatarlos como corresponsal, pero también para vivirlos con su
alma inquieta y encendida en el fervor de los ideales que la República Española
encarnaba”[3].
Alberto Etchepare nunca ocultó su
posicionamiento político. A fin con las ideas comunistas, realizó desde el
comienzo su cobertura desde el bando republicano y a través de esa óptica,
mostró la realidad que cientos de españoles estaban viviendo. “Tuvo la oportunidad dantesca, para ser más
hombre de su tiempo, de asomarse al cráter de aquel volcán y de recorrer aquel
infierno.”[4]
Fue el único periodista uruguayo en territorio español. Ningún otro
colega fue capaz de semejante iniciativa. No es una decisión sencilla pero
seguramente, la excusa de la edad, la familia y las agencias internacionales de
noticias le sirvió a más de uno para esquivar la aterradora situación de estar
en un campo de batalla. La diferencia radica en que el joven periodista, estaba
dispuesto a eso y mucho más. Ya lo explica Frugoni: “(…) sirviendo con la pluma, y también si cuadraba con el fusil, la
causa del gran protagonista de ese drama, que era el heroico amor del pueblo a
sus derechos y a su dignidad”[5].
Con
lo mencionado hasta el momento, se podría poner en tela de juicio su trabajo y
actuación como profesional pero, es preciso remarcar que este utilizó la
crónica como herramienta y quien se sirve de ella, goza de una libertad que el
resto de los géneros periodísticos no ofrecen. Es un híbrido; una atractiva
mezcla entre información e interpretación. Por esa razón, el célebre precepto
de la objetividad no tiene cabida en esta categoría.
Lo
significativo aquí es, como el autor nos transmite la esencia de los
acontecimientos. La manera en la que logra transportarnos hasta el lugar de los
hechos, haciéndonos estremecer con cada descripción, con cada palabra. Para
ello, debe acercarse lo suficiente y captar con todos sus sentidos lo que
ocurre. No se trata de arrojar datos u estadísticas, se trata de movilizar al
lector.
Informar significa
dirigir
Camilo
Taufic, destacado periodista e investigador chileno, aporta una perspectiva
diferente sobre el rol del periodista que vale la pena atender. En su libro
"Periodismo y lucha de clases"
(1973), él afirma que este individuo no solo es "testigo de su
época", sino que también es "actor de ella". Se atreve a
catalogarlo como un "político en acción" dada su intervención en la
conducción de la sociedad.
El
periodista tal vez no sea completamente consciente de ese papel, pero no es
novedad que quienes utilizan los medios de comunicación pretenden influir de
una u otra forma en las masas: "(…)
es un político activo, aunque su especialidad recaiga en un campo aparentemente
'no político' del quehacer social (…) No se limita a reflejar la realidad;
actúa sobre ella, contribuye a dirigirla hacia uno u otro fin, sea por acción u
omisión, diciendo o callando; consciente o inconsciente."[6]
Etchepare dice, y dice mucho. En todos sus textos –tanto libros como
artículos periodísticos- luchó siempre por reivindicar los valores
democráticos. Si regresamos rápidamente a “Don
Quijote fusilado”, podremos ver como el propio periodista uruguayo se
circunscribe a ese concepto explicando, a continuación del prólogo, una de las
razones que lo motivó a publicar el libro: “(…)
el considerar que sigue vivo y palpitante el problema de España y que nuestras
páginas conservan una actualidad combativa en su condición de modestos
documentos.”[7]
Periodista comprometido
Él no duda ni un momento en acusar a los responsables.
Según expone, el pueblo español fue “vendido y sacrificado por la burguesía de
todos los países”. No olvidemos que en este conflicto también participó
Alemania e Italia como cómplices del bando nacional, liderado posteriormente
por el general Francisco Franco. Al verlo con perspectiva, era una guerra entre
un enorme ejército y un grupo de entusiastas y valientes milicianos. La ventaja
era descomunal.
No cabe duda que se corresponde con el perfil que
detalla Taufic, incluso cuando este distingue entre periodistas “libres” y
“comprometidos”. Según explica el investigador chileno, los comprometidos no
tienen temor de demostrar su compromiso con las clases pobres, mientras que los
otros, se declaran libres para “velar sus vínculos con los intereses
capitalistas.”[8]
El
periodista uruguayo se comprometió con los republicanos de todas las maneras
posibles: desde la pluma y el fusil, hasta la económica. El objetivo de “Don Quijote fusilado” -además de evitar
que el problema sea olvidado tan rápidamente- era ayudar a los refugiados
españoles con el dinero que se recaudase de las ventas. Si en el campo de
batalla no quedaba nada más por hacer, procuraría extender el combate a otros
ámbitos. Como dice Roland Barthes: “La escritura está entonces encargada de
unir con un solo trazo la realidad de los actos y la idealidad de los fines”.[9]
Cynara García
Sobre el periodista
Alberto Etchepare (1911-1966) viajó a España a unos meses de iniciada la
guerra civil española (1936-1939) y se desempeñó como corresponsal del diario “Uruguay” –para el cual trabajaba- y luego del diario “El
País”.
Dada
la extensa duración del enfrentamiento, más de una veintena de crónicas fueron
publicadas entre ambos medios. Ya de vuelta en su país, y siendo consciente de
la magnitud del hecho que conmocionó a Europa y América Latina, Etchepare se
propone realizar una compilación de todas ellas y publicarlas. De esa
iniciativa, surgió el libro “Don Quijote
Fusilado” (1940).
A través
de sus líneas, el periodista logra mostrar y trasmitirles a sus lectores –tanto
inmediatos como posteriores- lo que sucedía en la vieja patria, pero más que
nada, en el bando republicano. Utiliza la crónica como herramienta y mediante
ella, además de informar, pretende despertar la sensibilidad y rebeldía de sus
compatriotas.
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